sábado, 30 de julio de 2011

EL AIRE FRIO CON OLOR A CABUYA DE LA TIERRA QUE LES VIO NACER

A 3 horas de la capital de los ecuatorianos, recorriendo parte de la ruta de los volcanes, al sur, a 11 km al occidente de la ciudad de Latacunga, capital de la provincia de Cotopaxi, esta un pequeño pueblito, que pareciera titilar en el mapa.
Alguna vez denominada, ciudad educadora, ya que en el seno de su Instituto Pedagógico Belisario Quevedo, uno de los más importantes del país en su época, se cultivaron muchísimas generaciones de maestros, que Pujilí ha exportado a muchos rincones del estado ecuatoriano; o también Emporio Musical, por su conservatorio de música, de donde salieron desde flautistas de Jamelin hasta mariachis; hoy patrimonio cultural intangible de la nación, por el danzante de Pujilí, uno de los pocos recuerdos vividos de los ancestros panzaleos que fueron conquistados por españoles; también este pedacito de tierra cobijada por el Sinchaguasin, elevación que caracteriza al pueblo por sus 857 gradas con una escalinata con forma romboide en el medio y una cruz en su cumbre, ha sido cuna de religiosos importantísimos, políticos, diputados, asambleístas, militares, policías, héroes del Cenpa, indígenas, santos, comerciantes, ingenieros, educadores, profesionales, músicos, poetas, locos y hasta de un presidente de la república.
La idiosincrasia del nativo de este sector, más conocido como pujilense, los hace una persona especial, alegre, bondadoso, colaborador, chistoso, elocuente, lleno de anécdotas, temores y prejuicios nostálgicos, mestizo, mas longo que blanco, pero que cree todo lo contrario; lastimosamente a esta especie en peligro de extinción, ya no es tan común encontrarla en su hábitat natural, como uno pensaría más lógico, se los puede hallar en cualquier región del Ecuador, e incluso cualquier lugar del mundo, ocupando cualquier cargo desde guardia de seguridad, hasta gerente o maestro universitario, pero lastimosamente, por la sequia de oportunidades este ente tan especial ha tenido que migrar y en muchas ocasiones olvidar que la vaca fue ternero.
Al circular por las estrechas calles de pishilata azules y blancas , (PISHILATA.-piedra especial que fueron talladas a mano en forma de adoquines, en las minas de phishilata ubicadas en el límite de la provincia de Tungurahua y Chimborazo a mas de 300 km de distancia), en la época de la colonia, mirar su casitas con toques coloniales, unas, otras, mucho más modernas, pero que guardan ese calor característico de un lugar familiar y acogedor, su parque central, su torreón con reloj francés del siglo 18, lo que más tristeza le causa a uno, son la cantidad de casas vacías, los terrenos baldíos, las casa a medio construir y sobre todo los letreros de se vende, se arrienda, ya solo falta que pusieran letreros de se regala.
Pero no es que me moleste que se superen, que mejoren su calidad de vida, como diría algún político que tengan un mejor buen vivir, pero la pregunta crucial es: porque muchos pierden su identidad, porque muchos inclusive insultan al que fue su hogar, de sus padres y antepasados, porque ya no desean regresar, porque huyen despavoridos, porque no regresan y aportan algo para qué ese pueblito lejano y polvoriento se desarrolle?.
Alguien me pregunto donde se encuentra concentrada la mayor cantidad de pujilenses, refiriéndose a la concentración demográfica dentro de la ciudad, y yo, con algo de sarcasmo, ironía y humor negro dije: en la Asociación de Pujilenses Residentes en quito, ya que muy pocos aun nos consideramos pujelenses y mantenemos vivas nuetras raices.
La migración en cadena, ha hecho de Pujilí, tierra de pensadores y gente educada, cuna de inmigrantes, que desde las comunidades indígenas, o desde el subtropico cercano repoblén los despojos de la ciudad, pero ellos no pierden su identidad, ellos siguen siendo ellos pero habitando Pujilí, mientras que los pujilenses pierden su identidad llevándose los últimos recuerdos y vendiendo los despojos.
Las naciones más grandes y más poderosas siempre se formaron con el aporte de los migrantes, quienes consientes de sus orígenes construyeron nuevos hogares a la sombre de un lugar que les abrió las puertas, y agradecidos de esto lo mejoraron, sacaron adelante e hicieron estas naciones prosperas; pero en una tierra donde nadie quiere ser lo que es, si no lo que es el otro, donde se siente un aire de distanciamiento e individualismo, donde al parecer el sueño que todos tienen es salir, irse, alejarse, inclusive de los recién llegados.
Circulo vicioso de migración del pujilense a ciudades más grandes, mas comerciales, mas “REFINADAS” olvidando el aire frio con olor a cabuya de la tierra que les vio nacer, crecer, enamorarse y convertirse en las personas que son hoy, para que migren a otras latitudes y digan: yo ya no soy de ahí, soy de acá.
Ojala llegue a manos de pujilenses,y ellos sientan la misma nostalgia que yo estoy sintiendo al escribir estas líneas, yo por quienes se sigue yendo, y ellos porque talvez quisieran estar de vuelta.
Nuevamente me quedo con más preguntas que respuestas... nadie es profeta en su propia tierra, pero uno puede ser profeta lejos, y hacer grande a la tierra que lo vio nacer.

1 comentario:

  1. Muy bueno el artículo, sin duda entra mucha nostalgia al leerlo, al recordar la tierra donde pasamos los mejores y más felices momentos...

    Está siempre en la memoria, cada días que pasa, sus calles, su gente, las anécdotas, los grandes amigos que hiciste y que siguen ahí

    ResponderEliminar